Sin condiciones
- Paz Salsamendi
- 23 mar 2023
- 2 Min. de lectura

Sin condiciones. Así es como nos ama Dios. Su amor está siempre primero, permanece inalterable y se nos ofrece a todos abundantemente, siempre. Estemos como estemos. Una y otra vez, Dios nos recuerda que lo que más desea es que lo recibamos, porque nos quiere felices. Tiene infinita creatividad para hablarnos, a cada uno de sus hijos según su propia capacidad de comprenderlo, a través de personas y de circunstancias...
A veces me parece que acepto esta realidad intelectualmente, pero con dificultad para recibir y experimentar su amor... Es que solemos estar aturdidos por unas voces que con fuerza sorprendente nos dicen, por ejemplo, "No tengo arreglo...", "No voy a cambiar nunca...", "No valgo...", "No merezco...", "Mejor que me olviden..."
Afortunadamente, por más crédito que demos a esas voces negativas, Dios nunca se muda, permanece cercano, nos espera, vela por nosotros y de alguna forma llena de ternura, mientras nos reconocemos frágiles y necesitados, nos vuelve a hablar, cuando podemos volver a escucharlo.
«Jesús vino para abrir mis oídos a otra voz, que dice: "Yo soy tu Dios, te he modelado con mis propias manos y amo lo que he creado. (...) No huyas de mí. Vuelve a mí; no una vez ni dos, sino siempre. Eres mi hijo. Yo soy tu Dios, el Dios de la misericordia y la compasión, el Dios del perdón y del amor, el Dios de la ternura y el cariño. Conozco todos tus pensamientos. Oigo todas tus palabras. Veo todos tus actos. (...) No te juzgues. No te condenes. No te rechaces. Deja que mi amor toque los rincones más hondos y escondidos de tu corazón y te revele tu propia belleza, una belleza que has perdido de vista, pero que se te hará visible de nuevo a la luz de mi misericordia."». Henri Nouwen, The Road to Daybreak.






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