Nos amó primero
- Paz Salsamendi
- 20 feb 2023
- 1 Min. de lectura

Desde hace días venía tratando de escribir esta reflexión y no salía... El Salmo 103 que se rezó ayer en Misa, con sus palabras tan simples y a la vez tan poderosas, me dio el inicio:
El Señor es bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia; no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Dios es Él mismo bondad y misericordia, y derrama su bondad y misericordia en la realidad de nuestra vida, abrazando, sosteniendo y amándonos en nuestras luces y también en nuestras dificultades y dolores.
Dios habita en nosotros, somos "templo de Dios". Fuimos creados a su imagen y semejanza. Por eso podemos también nosotros ser buenos, compasivos y misericordiosos. Podemos extender las sagradas manos de misericordia - las manos de Cristo - a las personas, conocidas o no, que son parte de nuestra vida, con innumerables gestos concretos que tenemos la oportunidad de hacer cada día: un llamado, una acción de servicio, una oración... una sonrisa, un silencio, una pregunta... miles de formas de compartir con otras personas ese amor infinito que descubrimos en nuestro corazón y que nos llega también a través de otras personas.
Amamos porque Él nos amó primero. (1 Jn 4:19)
Estamos llamados a vivir en comunión, en unidad, en actitud de acompañarnos solidariamente en esta vida que vivimos juntos. Y aunque no esté en nuestras manos resolver las guerras, terremotos, violencia, la enfermedad física o mental, propia o de seres queridos, las adicciones... siempre podemos hacer algo. Porque Dios está siempre amorosamente presente en todo, y nosotros podemos hacerlo llegar a través nuestro a otras personas.






Comentarios