No estamos solos

Dios vino a nosotros porque quería caminar con nosotros, escuchar nuestra historia y ayudarnos a darnos cuenta de que no estamos caminando en círculos, sino yendo hacia la casa de la paz y la alegría. Este es el gran misterio de la Navidad, que sigue dándonos consuelo y consolación: no estamos solos en nuestro camino. El Dios del amor que nos dio la vida envió a su único Hijo para que estuviera con nosotros en todo momento y en todo lugar, para que nunca tuviéramos que sentirnos perdidos en nuestras dificultades, sino que confiáramos en que él camina con nosotros.

El reto es dejar que Dios sea quien quiere ser. Una parte de nosotros se aferra a nuestro aislamiento y soledad, y no permite que Dios nos toque donde más dolor sentimos. Con frecuencia le ocultamos precisamente esos lugares de nuestro ser donde nos sentimos culpables, avergonzados, confusos y perdidos. Y de este modo no le damos la oportunidad de estar con nosotros donde más solos nos sentimos.

Navidad es la invitación renovada a no tener miedo y a dejarle –a él, cuyo amor es más grande de lo que nuestro corazón y nuestra mente pueden imaginar– que sea nuestro compañero.

Henri Nouwen en Tú eres mi amado.

A veces se nos hace difícil confiar, no sentimos la cercanía de Jesús y nos pesa una sensación de vacío, estamos tristes, débiles, asustados, vemos con temor que por más que intentamos, nuestras habilidades o fuerzas no alcanzan, estamos enojados.

Esas veces... confiemos igual, como podamos. Yo sé, porque lo escuché en tantas historias y por propia experiencia, que aunque nuestra fe sea pálida, si le damos aunque sea un minúsculo espacio en nuestro corazón aturdido y nublado, Dios toma su lugar con ternura infinita y permanece, acompaña y consuela SIEMPRE.

Y si aceptamos su compañía nos va guiando, al ritmo que podamos seguir, hacia su casa, "la casa de la paz y la alegría". Dijo que vino al mundo para eso y nos lo recuerda en cada Navidad. 🌷