Gaudí
- Paz Salsamendi
- 14 may 2023
- 2 Min. de lectura

Ciudad catalana de Reus, segunda mitad del siglo XIX. Un chiquito que a consecuencia de su salud frágil, tenía que abstenerse a menudo de jugar con sus cuatro hermanos mayores o con sus compañeros, lo cual, según él mismo relató, favoreció su espíritu de observación. Quizás ya desde pequeño, Antoni Gaudí era capaz de ver belleza en composiciones urbanas que para otros podían pasar desapercibidas... Barcelona lo esperaba para estudiar allí arquitectura, y parecía haber estado esperándolo desde siempre para gozarse con las geniales creaciones que le regalaría, a ella y al mundo entero.
Cuando se le encargó el proyecto del templo de la Sagrada Familia, ¿los promotores de su construcción imaginarían la maravillosa obra que resultaría? Quizás los arquitectos y albañiles con quienes trabajaba se dieron cuenta tempranamente de que estaban siendo artífices de algo extraordinario.
Gaudí decía que "el secreto de la auténtica originalidad está en volver al origen, que es Dios". Y abriendo su alma a Dios, fue capaz de crear ese bellísimo templo que es, al mismo tiempo, una alabanza a Dios hecha en piedra y una invitación a todas las personas al encuentro con quien es la Belleza misma.
Fue muy creyente. Dicen que era generoso en comunicar sus conocimientos de arquitectura, que era sencillo, de trato franco y cordial
aunque solía tener expresiones rotundas y cortantes. "El templo de la Sagrada Familia lo construye el pueblo", decía. Era cercano a todas las personas que trabajaban en la obra, se interesaba por sus asuntos personales, junto con el párroco fundó una escuela para sus hijos y los niños más humildes del barrio en el predio del templo. A sus conocidos les pedía ayuda económica para continuar la obra, y cuando llegaban las dificultades, se mostraba siempre confiado: "Este templo lo acabará san José."
Dedicó los últimos años de su vida a trabajar en la Sagrada Familia; vivía allí mismo, al pie de la obra, en una cotidianeidad de austeridad absoluta. Sentía la urgencia de llevar el Evangelio y la presencia de Dios a todos por medio de su obra.
El 7 de junio de 1926 fue atropellado por un tranvía mientras atravesaba la Gran Vía camino a la iglesia de san Felipe Neri, donde rezaba ante el Santísimo cada atardecer. Nadie lo reconoció, tampoco el personal del hospital al recibirlo. Falleció el día 10 como había expresado que le gustaría: en el hospital, como cualquier persona, sin atenciones especiales. Tenía 73 años. Hubo una sentida manifestación de dolor en el vecindario por la muerte de Don Antoni, el suyo, al que durante cuarenta años habían visto pasar cada día con su porte modesto.
Ver la Sagrada Familia conmueve profundamente, aunque no seamos entendidos para apreciar sus especificaciones arquitectónicas. A mí, conocer algo de lo que fue la vida de Antoni Gaudí, el alma y artífice de este proyecto, me ha conmovido aún más.
Dos lecturas y un video muy disfrutables:
1) Card. Lluís Martínes Sistach; Gaudí: El hombre, el artista, el cristiano; Ciudad Nueva; 2014.
2) https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2010/documents/hf_ben-xvi_hom_20101107_barcelona.html Homilía del Papa Benedicto XVI en la Misa de Consagración de la Iglesia de la Sagrada Familia, Barcelona, domingo 7 de noviembre de 2010.
@franperfetto










Gracias Paz, ahora me siento más completa, Gloria a Dios!