"Es verdad." Es verdad.

"Es verdad" resonaría por todos lados, me imagino, a medida que los seguidores de Jesús iban siendo testigos de su resurrección: las mujeres corrieron para compartir la noticia con los otros discípulos, los que habían partido rumbo a Emaús volvieron exultantes después de haberlo reconocido en el camino... y varios otros testimonios que conocemos a través de los Evangelios. Qué revuelo de temor, asombro, desconcierto, admiración y alegría habrá habido en esos días...

Creo esto. Los cristianos creemos esto. El que resucitaba era el mismo Dios que había creado el universo, que un día se había hecho hombre para que los seres humanos pudiéramos comprender, conociendo a Jesús, cómo es Dios. Y con su resurrección, nos mostraba que el mal, los problemas, la enfermedad y la muerte no tienen la última palabra. Que la humanidad, verdaderamente, puede tener esperanza. Que su misericordia es infinita.

La historia no está acabada todavía... Jesús sigue vivo. Vive entre nosotros, con nosotros y en nosotros. Le importa cada persona. Nos ama a cada uno infinitamente y desea la salvación de todos, que sólo Él puede dar: levantarnos de nuestras dudas, miedos, heridas, fracasos y pecados. Podemos sentir ya en esta vida, la vuelta a la vida; para eso, se necesita el "Creo... es verdad" de nuestro propio corazón, o al menos, el deseo de creer. Con ese nuestro sí, Jesús nos va llevando, con paciencia y ternura, a la alegría plena.

Y a los que vamos creyendo, nos pide compartirlo, de diferentes maneras, para que su Luz llegue a todos.

«Mi Corazón es la Misericordia misma. De este mar de misericordia brotan gracias sobre el mundo entero... Deseo que vuestro corazón sea morada de Mi misericordia. Deseo que esta misericordia fluya sobre el mundo entero a través de vuestro corazón.» [Jesús a santa Faustina}