El agua
- Paz Salsamendi
- 1 feb 2023
- 2 Min. de lectura

Me asombra ver cómo a veces se puede sobrevivir sin agua por un tiempo... hasta se puede florecer, como esta planta que tercamente desafía la adversidad de la sequía de este verano.
Y pienso que lo mismo nosotros, podemos sobrevivir sin Dios. Pero... estamos para vivir en plenitud, no para sobrevivir, y la plenitud sólo está en Dios, que es el agua de vida. Nos lo dijo Él mismo sin palabras y con infinito amor, haciéndose hombre para que lo conozcamos. Y nos lo dijo también muchas veces con palabras, como las que expresó a la mujer samaritana en el precioso y revelador encuentro narrado en el capítulo 4 del Evangelio de San Juan:
«El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna».
«Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla».
O como las que se mencionan en el capítulo 7 del mismo Evangelio de San Juan:
«El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí». Como dice la Escritura: "De su seno brotarán manantiales de agua viva".
Muchas veces no creemos porque no hemos conocido todavía a Jesús, o porque no queremos, o porque no podemos. Dios sí cree en todos nosotros, nos conoce y quiere bien a cada uno, respeta nuestro ritmo y libertad, nació hombre en Jesús y permanece con nosotros en todas nuestras realidades, deseando que aceptemos la Vida plena, el agua eterna que nos ofrece a sus hijos amados.
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