Al ritmo de otros

Café de la esquina, un día de primavera. Un joven de unos 20 años sentado junto a un anciano en una mesa al sol, cada uno con un extremo de un mismo auricular, escuchando quién sabe qué. Los dos sonriendo y en silencio. Quizás eran abuelo y nieto, o quizás no. Los veía de espaldas y me quedé mirando, un ratito... también sonreí. Fue hace mucho cuando los vi, pero se ve que conservé el recuerdo. Mucha ternura.

Este hermoso texto de Miguel Márquez Calle, OCD me trajo a la memoria esa imagen:

«Hay personas capaces de caminar al ritmo pausado de otros, hay seres humanos capaces de acompasar su ritmo al de otros por una cada vez más rara virtud que consiste en hacerse a ellos, sean viejos, torpes, incapaces, niños, extranjeros, etc. Me conmueve esa capacidad de algunos seres de estar ahí, mirar, esperar, acompañar, escuchar. ... Hay personas que viviendo en paz, en armonía, y recorriendo sus propios pasos, lentos o rápidos, cortos o largos, sin embargo, son capaces de acunar con paz la vida de otros, de jugar los juegos de los niños, de caminar al lentísimo paso de los ancianos...»

Y estas palabras que dijo el papa Francisco el domingo, en alusión a la Jornada Mundial de los Abuelos y Mayores, parecen invitarnos a tomar el 'modo' de esas personas:

«No vaya a suceder que, a fuerza de seguir a toda velocidad los mitos de la eficiencia y del rendimiento, seamos incapaces de frenar para acompañar a los que les cuesta seguir el ritmo.» https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2023/documents/20230723-omelia-giornatanonni-anziani.html

Todos en algo necesitamos que se nos espere; a todos nos hace bien esperar a otros. Sí, nos necesitamos siempre, y todos nos beneficiamos cuando podemos ajustar nuestros ritmos para acompañarnos.

📸 Monet, en Adobe Stock.